La Esclerosis Múltiple no se diagnostica con una única prueba. El proceso diagnóstico puede ser largo y con frecuencia puede suponer un reto incluso para el neurólogo más experimentado. Aun así, los avances conseguidos en los últimos años en el campo de la medicina hacen que el diagnóstico de la enfermedad sea cada vez más rápido y precoz. El tiempo en la EM, importa.
Según estudios recientes, los pacientes con EM pueden empezar a mostrar síntomas y un empeoramiento de salud hasta cinco años antes del diagnóstico de la enfermedad. Muchos de esos síntomas duran poco tiempo y se suelen atribuir al estrés, por lo que muchos pacientes no son diagnosticados hasta que aparece el primer brote.
Los síntomas de la EM pueden simular los de muchos otros trastornos neurológicos, por lo que es importante realizar las pruebas pertinentes para descartar otras enfermedades y tener un diagnóstico claro que concluya que el paciente padece Esclerosis Múltiple. Algunos de los exámenes por los que el afectado debe pasar son más comunes, como un simple análisis de sangre, si bien otros -como la punción lumbar- pueden resultar más molestos para el paciente. La realización de todas las pruebas es concluyente para determinar el diagnóstico definitivo.
PRINCIPALES EXÁMENES PARA EL DIAGNÓSTICO DE LA EM
- El análisis de sangre: se trata de una analítica general, pero también incluye otros parámetros específicos y útiles en el proceso diagnóstico.
- La resonancia magnética (RM) cerebral: es una prueba similar a la escáner o TAC pero que utiliza campos magnéticos y permite obtener una imagen del cerebro mucho más detallada.
- La punción lumbar: permite estudiar varios componentes del líquido cefalorraquídeo, el líquido que rodea el cerebro y la médula espinal.
- Los potenciales evocados: pruebas que estudian la transmisión de los estímulos sensoriales que recoge el sistema nervioso.
De todas estas pruebas, ha sido la resonancia magnética la técnica que ha supuesto un mayor avance en el diagnóstico de la EM.